EL PROCESO
Cuando una mujer se convierte en madre, hay una cuestión que se repite: sentirse “perdida” cuando llega a casa después de haber dado a luz. Esta situación genera un agobio extra en un momento que ya de por sí, suele ser complicado y además, con esta emoción, se agudiza.
En el embarazo vivimos momentos de incertidumbre y desasosiego que se mezclan con subidas y bajadas de hormonas que controlan nuestro estado de ánimo. Pero, en resumen, solemos encontrarnos bien de ánimo y felices por la llegada de nuestro bebé. Ahora bien, tras el parto, esta sensación de bienestar puede desaparecer ya que nos enfrentamos al postparto y a un puerperio largo que hace que sea una etapa complicada, ya que físicamente y anímicamente no nos encontramos bien. Hay grandes cambios hormonales que hacen que nuestro estado anímico esté bajo mínimos. Además, físicamente estaremos cansadas, doloridas y abrumadas ante una situación nueva. Esto nos va a producir inevitablemente una sensación de agobio.
El posparto es una etapa generalmente dura, por un lado, tenemos un motivo de gran alegría que es el nacimiento de nuestro primer hijo, y por otro lado nos encontramos ante el comienzo de una nueva y desconocida situación.
APRENDER A GESTIONAR ESTA SITUACIÓN
– Elimina de tu mente las grandes expectativas.
Para llevar mejor las primeras semanas tras el parto, lo mejor será que no tengamos ningún tipo de expectativa al respecto. Esto puede ser complicado ya que durante el embarazo y, sobre todo, cuando éste va llegando a su fin, nos encontramos con innumerables comentarios que nos llegan de miles de emisores: familia, amistades, vecinas, conocidas… Da igual, todas (y todos) van a opinar y dar consejos. Esto va a ocasionar que nos vayamos creando un escenario que no tiene porqué ser el real ya que:
Cada persona vive este momento de manera diferente.
Muchas veces, los comentarios provienen de personas con una cierta edad a las que este momento les queda algo lejos y su recuerdo puede estar distorsionado.
El hecho de que opine un hombre al respecto, no da mucha credibilidad. ¿O acaso una mujer, debe opinar de una operación de fimosis?
Los comentarios que puedas recibir, son opiniones y como tal, debemos tener la capacidad de aceptarlos o no.
Bien es cierto que cuando nos enfrentamos a un momento tan especial y, sobre todo, tan desconocido, el hecho de escuchar opiniones y consejos de nuestra gente más cercana, nos ayuda a sentirnos mejor. Pero debemos tener en cuenta que siempre hay algo más y que toda mujer que vaya a convertirse por primera vez en mamá, debe comenzar desde el embarazo a tener su propio criterio.
Volviendo a las expectativas, es importante entender que las primeras semanas tras dar a luz deben ser un periodo de prueba y como tal, debemos asumir los errores que podamos cometer, las dudas que nos puedan surgir, los miedos ante el más mínimo contratiempo… Acabas de ser mamá y tanto tú como tu bebé (además de la pareja en su caso), necesitáis un período de adaptación para que todo comience a marchar sobre ruedas.
“Esto no es como me lo había imaginado”. Este es un sentimiento muy común y que tiende a desaparecer pasado un tiempo, pero muchas veces este sentimiento viene generado por las excesivas expectativas que nos habíamos creado para este momento.
El postparto es un momento para recuperarse y estar tranquila.
Nos encontramos ante un bebé que es totalmente dependiente de nosotras, una dependencia que jamás antes habíamos sufrido. Un bebé que no distingue si es de día o es de noche, por lo que la ausencia de horas de sueño puede hacer que te encuentres más cansada de lo habitual. Todo esto hace que en muchos casos las mamás estemos más susceptibles de lo habitual y nuestra pareja también sienta que no sabe cómo ayudarnos para que nos encontremos mejor.
Cuando una mamá se encuentra en el postparto cualquier pequeña ayuda es bien recibida: los tuppers de las nuevas abuelas, la ayuda con las cosas de la casa de una buena amiga, la ayuda con la compra de esa vecina con la que puedes contar… Y en cuanto a las visitas en casa, el postparto no debería ser el momento, intentad postponerlas para cuando te encuentres mejor física y anímicamente. Visitas sí, pero visitas con confianza. Esas personas que te da igual en el estado en que te vean, porque vienen a ayudarte.
Una correcta actitud es lo más importante.
La actitud ante la vida es importantísima, pero cobra más importancia si cabe ante una situación nueva como es esta. Y la actitud se demuestra cuanto te encuentras ante un entorno complicado como puede ser el posparto. Ahí es donde hay que demostrar que, aunque no te encuentres al 100%, vas a luchar para encontrarte mejor ya que sabes que merece la pena.
Además, hay algo muy importante que no debemos pasar por alto, el estado de ánimo se puede trabajar y esa quizás es la primera responsabilidad como madres. Es importante que entiendas que, aunque no te encuentras bien, ese sentimiento va a evolucionar y a cambiar. Si tu actitud es la correcta vas a poder gestionar muchísimo mejor los agobios.
Pedir ayuda es básico para afrontar este momento.
Durante el posparto parece que si pedimos ayuda es porque algo no estamos haciendo bien. Podemos sentirnos incluso menos madres por “no poder con todo” y esto puede llevarnos a no comunicarnos correctamente con nuestro entorno más cercano. Y debemos saber que las personas que nos quieren estarán deseando ayudarnos, pero en muchos casos no saben cómo hacerlo.
La incertidumbre, el miedo, los cambios, la individualidad, la falta de vínculos y la ausencia de solidaridad también afectan a las madres, que viven la experiencia, muchas veces, con una sensación de soledad y de falta de referentes impensable hace algunas décadas.
LA IMPORTANCIA DE UNA RED DE APOYO
Disponer de una red de apoyo familiar o personal es vital para afrontar esta nueva etapa. Pero bien es cierto, que en muchas ocasiones (más de las que nos imaginamos), esta red de apoyo no es la correcta (por falta en sí misma, por desconexión, por desconocimientos…) y muchas lo viven solas la mayor parte del tiempo.
Hace tiempo, la maternidad se vivía de otra manera, como el resto de circunstancias que rodean nuestra vida. Era una sociedad mucho más “hermanada” en la que las mujeres del entorno “hacían piña” ante el acontecimiento de un nuevo miembro de la familia (o del barrio, del vecindario, de las amigas…). Hoy en día, bien es cierto, y esto lo sabemos todas, vivimos en una sociedad mucho más individualista, egoísta si queremos llamarla así. Llegamos a casa, cerramos la puerta y nos quedamos con lo que está dentro, el resto, puede esperar.
Ahora, preferimos abrir el ordenador y buscar en él cualquier tipo de duda que tengamos, fomentando así aún más el individualismo y la soledad del momento. Pero así funciona ahora mismo nuestra sociedad y debemos saber adaptarnos a cada momento teniendo claras las circunstancias en las que nos encontramos cada mujer. Si tienes la suerte de contar con una red de apoyo cercana, en tu familia y amigas que te ayuden a llevar el postparto de una manera más tranquila, ayudando como hemos dicho antes con las cosas esenciales de la casa, comida, compras… Esto es estupendo, pero si no cuentas con esa red de apoyo, te animo a que uses las nuevas tecnologías para rodearte y hacerte una tribu tu misma, una red de apoyo hecha a tu medida. ¿Cómo? Buscando por Internet grupos de apoyo a la crianza. Por Facebook e Instagram puedes encontrar muchos grupos de mamás que compartan tus mismas preocupaciones, tu manera de ver este momento, tu idea de educación, etc.
Cuando te conviertes en mamá y ves a tu bebé, nunca te habías imaginado una cosa tan hermosa que necesite tanto de ti y no tienes idea de qué hacer con él. Por ello, surge la necesidad de hablar de todo esto y en ese momento, abres el ordenador o el móvil y piensas “a ver si hay alguien por ahí”. Necesitas encontrar alguien que entienda cómo te sientes, que te apoye, qué te de la mano cuando el agotamiento sea extremo o que te dé un soplo de aire para respirar cuando la responsabilidad te oprima… Cuando la presencia no es posible, cobra gran importancia todo esto. Una ayuda con gente que te entienda, que te escuche, que no te juzgue, que no te exija, que se sepa poner en tu lugar, que conoce tus circunstancias, gente que empatice contigo para hacerte sentir un poco menos sola y, sobre todo, más comprendida.
La llegada de un nuevo miembro al hogar y el cambio de roles dentro del ámbito familiar, suponen una serie de cambios que pueden hacer tambalear nuestras relaciones personales. La labor del coach familiar es la de dar sustento a todo esto. Como coach familiar te presto apoyo emocional y te facilito las herramientas adecuadas para que gestiones tu nuevo rol de mamá de manera más tranquila, serena y en paz contigo misma. Por ello, si necesitas ayuda en este momento tan importante en tu vida, puedes ponerte en contacto conmigo.