¿Ser madre te ha hecho darte cuenta de que alguien importante en tu vida no está a la altura que esperabas?
¿Demasiados cambios en tus relaciones familiares que no sabes cómo afrontarlos?
¿Necesitas arropo en tu maternidad y te falta o no lo tienes de quién lo necesitas?
¿Tus relaciones familiares están afectando a tu crianza?
¿Sientes que te cuesta comunicarte con los tuyos?
¿Te sientes sola en tu maternidad?
Cuando las mujeres nos convertimos en madres, son muchos los cambios que experimentamos a nivel personal pero también, se van acumulando una serie de emociones que, en ocasiones hasta nos paralizan: miedos e incertidumbre, dudas eternas, confusión, cansancio, estrés…
Todas estas emociones se consideran habituales o al menos, muy normales, siempre y cuando, se sepan gestionar y no nos afecten en nuestra crianza.
A todo ello, a veces, hay que sumarle problemas añadidos de manera externa, es decir, fuera de la relación madre-hijo/a, como son problemas familiares con la pareja, la familia política o cualquier otro miembro de tu familia de origen.
Si de por sí la crianza es complicada, gestionarla con una familia que te dificulta el trabajo, más que te lo facilite, puede resultar mucho más problemático tanto para ti de manera personal como para tu relación con tu hijo/a.
Te entiendo, yo también he pasado por ahí.