La tristeza es una de las seis emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc.
A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. El sentimiento opuesto es la alegría.
La pena y la desolación que se asocian a la tristeza son provocadas sobre todo por factores únicos o concurrentes como estos:
Sentirse falto de amor, amistad, placer, motivación, comprensión o aprecio.
La muerte o desaparición de un ser querido (duelo).
El fracaso, la frustración, el síndrome de desgaste profesional o burnout, el derrotismo, la apatía.
Perder el puesto de trabajo o no llegar a trabajar (desempleo).
La injusticia.
La culpabilidad.
La soledad, la incomunicación, la falta de integración, el síndrome del nido vacío, la vejez.
La partida, separación o divorcio de una persona estimada.
El padecimiento y dolor por una enfermedad incurable.
Enfermedades psíquicas endógenas o exógenas como la depresión, la distimia, la anhedonia, la depresión posparto, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno afectivo estacional.
Cuando algunas personas se sienten tristes, prefieren retirarse de su entorno y, gracias a ello, son más capaces de salir de ella. A expensas de los individuos que tienen su propia manera de curar su tristeza pueden pasar tiempo con otras personas o con una mascota o animal de compañía, o expresar esta tristeza de varias maneras, por ejemplo bailando, escribiéndola o creando arte. En todo caso, algunos de los mecanismos de adaptación y resiliencia incluyen buscar el apoyo de otros, pasar tiempo con una mascota o participar en cualquier actividad que le ayude a expresar ese sentimiento o a dar dimensiones agradables a la vida. Otras personas pueden ser temporalmente excluidas del entorno social siempre y cuando esto ayude a recuperarse de su decaimiento.
La tristeza es un estado temporal que se presenta cuando la persona acepta y se resigna a la pérdida. Tras esta aceptación y resignación la tristeza comienza a reducirse, llegando a desaparecer el estado emocional. A lo largo de la vida una misma persona tiene numerosas pérdidas, con lo que se siente triste con bastante frecuencia. Se puede perder a un ser querido pero también se puede perder, por ejemplo, la confianza que se pone en la otra persona. Si la pérdida se hubiera podido evitar, va a ser aparecer en la persona sentimiento de ira, ansiedad, culpa, envidia o esperanza. La tristeza es necesaria como desahogo, pero debe controlarse para que no se prolongue y cause daño al volverse una patología o enfermedad mental crónica. La atención y la paciencia con la tristeza es la única manera de enseñar a las personas a salir de la soledad.
Cuando se siente tristeza se pierden las ganas de hacer cosas. Al principio, después de haber sufrido la perdida, no se acepta como algo definitivo y se intenta recuperar lo perdido aunque al final no queda más remedio que resignarse ante el hecho de perder algo.
Os propongo dos alternativas:
Aprender a controlar las emociones que nos hacen sentir mal para convertirlas en pensamientos positivos.
Ocupar la mente con actividades placenteras.
La tristeza es una de las emociones básicas y primarias, por ello, fundamentales en nuestra vida. Se la cataloga también como emoción negativa aunque yo, personalmente no estoy de acuerdo con catalogar a una emoción como negativa. Las emociones son necesarias, todas, da igual de qué tipo sean pero gracias a ellas, podemos tener una vida completa.
Cuando aparece el sentimiento de tristeza en nuestra vida, lo que nuestro cuerpo, nuestro organismo, nuestro yo más profundo nos quiere transmitir es un aviso importante, algo que no debemos dejar de lado, debemos atender adecuadamente para aprender de nosotros/as mismos/as.
Es importante saber detectar esta emoción.
Cuando la sintamos, debemos pararnos a escucharnos.
Darnos tiempo, sin metas, sin prisas.
Detectar nuestras necesidades nos ayudará a avanzar.
Cuéntame cómo vives tu la tristeza.