La pasión es ese sentimiento poderoso que nos moviliza con facilidad y nos atrae hacia el otro.
Durante los primeros momentos de una relación, cuando estamos enamorados y no podemos pensar en otra cosa más que en la otra persona, lo que estamos sintiendo es pasión.
La palabra enamorarse es confusa, porque da la idea de que estaríamos en el campo del amor cuando no es así. El amor tarda en desarrollarse, la pasión puede ser instantánea (y también fugaz). Esta es una pasión con las mismas características de todas las pasiones: nos arrastran, nos absorben, perdemos la noción del tiempo. Nos llenan de energía y nos brindan intensas satisfacciones (e intensos pesares también).
Sabemos que la pasión de los primeros momentos, la que proviene de la idealización de la otra persona, no dura demasiado (¡afortundamente! sería complicado vivir engañados o engañadas respecto a quién es nuestro compañero o nuestra compañera).
Pero para conformar una buena pareja es necesario encontrar modos en los que la pasión siga presente más allá de la primera etapa. En mi opinión hay tres: sexo, humor y admiración. Lo bueno del caso es que basta con que uno de los tres esté presente para que el componente pasional esté cubierto. Aunque si lo están los tres o dos de ellos, mucho mejor.
El sexo, en su acepción amplia, que incluye lo sensual y lo erótico, es el modo más frecuente de expresar la pasión.
Mantener una sexualidad activa, en la que ambos puedan decir lo que les agrada y ponerlo en práctica, sin pudores ni reservas, hará que la pareja continúe vital y conectada. La admiración de uno por el otro puede ocupar el mismo lugar. Puede admirarse su belleza, su inteligencia, su coraje, su capacidad de disfrutar, su talento… Cualquier rasgo es válido si nos despierta ese intenso magnetismo. Algunos dirán que , después de mucho tiempo juntos, no hay admiración que resista. Puede, pero diría entonces que puede darse otra: la de, sabiendo de los defectos que tiene la otra persona, valorar lo que hace con ello.
Y todavía tenemos un ultimo recurso: el humor. El humor compartido produce el mismo efecto de complicidad, satisfacción y vitalidad que cualquier otra pasión en común. Ejecritarlo y ponernos a nosotros o a nosotras mismas como objeto de risa es fundamental para la continuidad de una buena pareja.
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